martes, octubre 16

Camas incompletas ("Esto no es un cuento"). Ana Paulina Gutiérrez.

Alejandro Spynoza. Camas dobles mitad vacía.

Cuando uno sueña que se cae de la cama, más vale despertar y poner los pies en el suelo. Nivelarse. Lo más pronto posible y sin vacilar. Poner fin a la sensación de vértigo antes de que la cama se rompa, o peor aún, quede incompleta para siempre, vacía de uno de los lados, aun con un cuerpo que besa, duerme, repta, acaricia y duele.


Alejandro Spynoza. Camas dobles mitad vacía.


Más vale tomar medidas preventivas. Cerrar los ojos cuando se debe, tomar la leche tibia cuando la madre lo indica. Es mejor y siempre lo será, relajar el cuerpo antes de dormir, sentir los dedos de los pies, los tobillos, las pantorrillas, el vientre, el sexo, la garganta, los párpados. Dejar que el cuerpo se acomode y reacomode en la nada y en el todo de los sueños, antes que abortar el alma en el brinco de la pesadilla, del vacío de caerte de la cama hacia donde nadie te espera.




Alejandro Spynoza. Camas dobles mitad vacía.


Será siempre recomendable apagar la televisión unas horas antes de tratar de conciliar el sueño. No estimular el cerebro con fantasías, deseos, nostalgias, emociones. Poner mute a los grillos, apagar las estrellas, subir el volumen de las olas del mar. Tendrá mejores resultados un cuerpo que huye en la persecución del muerto que se sube al cuerpo, que atrofia la respiración, que le abre los ojos al durmiente hasta la agonía, hasta el grito ahogado en pesadilla.




Alejandro Spynoza. Camas dobles mitad vacía.


Más vale no dormir solo. Más vale nunca dejar la cama medio vacía. Más vale no permitir que los pensamientos se escondan en la almohada y se encajen en el alma. Un cuerpo alternativo siempre será más recomendable que la soledad y el silencio de un colchón a medias. Para no soñar que uno se cae de la cama, es preferible tener un par de brazos que lo sostengan, aunque no se quiera, es mejor. Más seguro.


Alejandro Spynoza. Camas dobles mitad vacía.


Si al final uno se cae de la cama, sin lograr poner los pies en el suelo no pasa nada. Usted se dará cuenta que el miedo es más dañino que el golpe. Que la sensación de parálisis que genera la cobardía es mucho más difícil de curar, que la hemorragia de los sueños, si no cumplidos, al menos intentados. Al final todo mundo se cae de la cama al menos una vez en la vida, y sólo unos pocos se mueren del golpe (eso dice la leyenda aunque nunca se ha podido comprobar con evidencia).


Se recomienda entonces, tomar precauciones, pero siempre bajo el entendido de que los factores de riesgo son infinitos, incontrolables, inevitables, y las más de las veces,  acumulativos e invisibles. 



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