sábado, noviembre 17

Luna roja (fragmento con video de Soda Stereo). Ana Paulina Gutiérrez.

Merlin Flu


- ¿Has visto que la luna se ha puesto roja?

- Sí, alguien me dijo un día que cuando eso pasaba alguien estaba contando hormigas.

- ¿Hormigas rojas?

- Supongo.

Estaban en la terraza del edificio, recostadas boca arriba, fumando y viendo al cielo. No se miraban a los ojos después de tener sexo. Eso sólo lo hacen los enamorados y ninguna de los dos estaba para eso. Sólo buscaban hacerse compañía. Hacer a un lado el peso de los minutos que transcurrían sin preguntarles si querían vivir tal o cual cosa.

- Los murciélagos de la ciudad se aparecen cuando algo bueno va a pasar.

- No lo creo. Se aparecen todo el tiempo. Están por todos lados. Son los pájaros urbanos. ¿Te has dado cuenta que en la ciudad los pájaros ya no cantan? Es porque se han vuelto murciélagos. Sólo chillan y vuelan sin ver hacia donde van.

- ¡Pero yo los escucho por las mañanas, cuando me despierto!

- ¿Estás segura?


(silencio)


- No. Desde hace un tiempo no estoy segura de nada.

- La próxima vez que te despiertes, pon más atención en lo que escuchas. Pon más atención a tus recuerdos también.

- Lo haré.

- ¿Te acuerdas que es lo que te gustaba de ella?

- Me gustaba su risa. Su forma de decir te amo. Me gustaba cuando tenía hambre, que era casi todo el tiempo. Me gustaba su nuca, el lunar en su pecho. Me volvía loca la forma en que mordía mi cuello. Cuando comenzaba a respirar cerca, se me olvidaba que era una niña.

- ¿Cuántos años tenía?

- No lo sé. Sólo sé que era una niña.

- En realidad no sabías nada de ella ¿no?


(silencio)


- Sabía lo que necesitaba. Y necesitaba muy poco a su lado. En cambio ella buscaba más.

- ¿Qué es lo que buscaba?

- Se buscaba a sí misma. Con desesperación. Con insistencia. Por eso me miraba fijamente a los ojos, porque se reflejaba en ellos, no porque en realidad me amara.


(silencio)


- Te amaba.


- ¿Cómo lo sabes?

- Porque uno no se refleja en los ojos de alguien a quien no ama. Es una de esas cosas que no se entienden, y da miedo. La mayoría de las veces provoca salir corriendo. Antes o después de que el otro se de cuenta. Pero la huida es casi un instinto. Huir del amor es algo que los humanos hacemos más seguido de lo que quisiéramos creer, de lo que dicen los libros. Siempre habrá razones para justificar la huida, pero la realidad es que escapamos de nuestro propio reflejo. ¿No has escuchado que los espejos dan miedo?


- A mí no me dan miedo, me atrapan, me fascina mi reflejo. No hay nada más placentero que verme a mí misma en un artefacto que nunca he entendido. Y los ojos del otro siempre fascinan.

-No siempre, te digo que debes poner más atención cuando la recuerdes. ¿Qué es lo que no te gustaba de ella?


(silencio)


"Su risa. Su forma de decir te amo. No me gustaba cuando tenía hambre, que era casi todo el tiempo. No me gustaba su nuca, ni el lunar en su pecho. Me volvía loca la forma en que mordía mi cuello. Cuando comenzaba a respirar cerca, se me olvidaba que era una niña."

(Fragmento 1/3).

No hay comentarios:

Publicar un comentario